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Un editorial de AMF escrito por Ana Arroyo de la Rosa recuerda la importancia de la labor de los tutores y tutoras

Un editorial de AMF escrito por Ana Arroyo de la Rosa recuerda la importancia de la labor de los tutores y tutoras

Ana Arroyo de la Rosa es Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en Mérida, pero también es tutora de residentes, una labor para la que, según afirma la propia Arroyo de la Rosa, hay que ser un apasionado de la Medicina Familiar y Comunitaria. Lo dice en el editorial del número que acaba de salir de la revista AMF, titulado Ser tutor o tutora: «Dar cera, pulir cera».

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Fecha de publicación: 28 de septiembre de 2023

La médica y tutora explica en qué consiste la tarea de tutorizar haciendo un paralelismo con la película Karate Kid y la famosa frase que el maestro Miyagi dice a su pupilo: dar cera, pulir cera. Trata así de que el residente, al igual que el joven aprendiz del famoso filme aprenda “de su maestro a extraer del día a día, del estrés permanente ante la incertidumbre, de la falta de tiempo y de agendas asfixiantes, cómo la magia de la Medicina Familiar y Comunitaria puede surgir de los momentos más insospechados.”



 




“Y aunque agradezca que le hablemos de las últimas guías clínicas y le enseñemos a infiltrar un hombro, lo que nunca olvidará es la lealtad y la confianza que un paciente deposita en el profesional”




 



Para que esto suceda el tutor debe saber cumplir todas sus funciones, desde orientar a supervisar y evaluar. Pero hay una con la que debe tener especial cuidado: ilusionar. Y ahí, Arroyo de la Rosa es muy clara: “Nadie que no sea un apasionado de la Medicina Familiar y Comunitaria debería ser tutor. Si no ilusionas, no enseñes”, afirma contundente.



 



La profesional pasa a continuación a hacer un repaso de lo lamentable de la situación de los tutores y titoras, a pesar de que el Real Decreto 183/2008 se aprobó hace ya 15 años. Y recuerda que tan solo siete comunidades, de las 17 que tiene nuestro país, han desarrollado este RD con una normativa específica.



 



Ante esta situación es fácil entender la desilusión a la que se enfrentan los tutores que tan solo piden tiempo para formar y formarse y reconocimiento curricular y, por qué no, retributivo. Y es que solo en Baleares y Coruña existe compensación económica por esta labor.



 



A pesar de todo ello, “del paso del tiempo, el desgaste personal y las dificultades que hasta los tutores más motivados encuentran, se diluyen cuando un residente dice que le enseñaste a querer la especialidad. Y, en el peor de los casos, a respetarla”, concluye Ana Arroyo de las Rosa.