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El arte de saber aburrirse vs La hiperestimulación

El arte de saber aburrirse vs La hiperestimulación

Fecha de publicación: 03 de julio de 2017

No parece que Sandi Mann, autora del libro El Arte de saber Aburrirse, estuviera muy de acuerdo con Erasmo de Rotterdam que decía que el que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento.

 

Para esta autora el aburrimiento es un arte, está convencida que los niños y los adultos necesitamos más aburrimiento en nuestras vidas, y ha conseguido hacerse famosa con este planteamiento, que no es poco. El libro defiende que el aburrimiento puede ser beneficioso y estudia nuestro comportamiento durante el mismo y cómo podemos sacarle partido. ¡Y llega a decir que la humanidad progresó gracias al aburrimiento!

 

 

El aburrimiento no es el resultado de no tener nada que hacer, es más bien no tener nada que hacer que te atraiga en ese momento , y para algunos es una emoción, es un estado emocional en el que el nivel de estimulación se encuentra insatisfactoriamente bajo, dicho de otra manera, se requiere nuestro esfuerzo para mantener la atención.

 

 

El aburrimiento es el pilar de la industria de las golosinas y está detrás de muchos de los casos de obesidad. Cuando nos aburrimos comemos más en un intento de aumentar nuestro niveles de dopaminas, descendidos durante el aburrimiento. La droga y el alcohol también aumentan la dopamina, pero están peor vistos socialmente.

 

 

El ritmo acelerado de la sociedad donde el cambio, la velocidad y las prisas lo invaden todo, nos dificulta tolerar la inactividad, la rutina y la repetición de la vida cotidiana.

 

 

¿Nos aburrimos más que antes, o simplemente es que somos menos tolerantes al aburrimiento igual que somos menos tolerantes ante cualquier frustración?

 

 

Yo no sé si es posible aburrirse en una sociedad tan hiperactiva como la nuestra, donde todos parece que estamos haciendo algo continuamente, y vamos casi siempre con prisa. En las paradas de autobús, en el metro, en los coches, en las motos incluso, en cualquier sitio ves a las personas con auriculares, jugando con el móvil, hablando por teléfono, viendo una película, leyendo. ¡qué difícil es ver a alguien sin hacer nada, simplemente estando!

 

 

Cada vez tenemos menos tiempo para hacer lo que realmente nos gusta, menos tiempo con las personas que nos quieren y queremos, y ocupamos gran parte de nuestro tiempo “entretenidos” con aplicaciones informáticas, con ordenadores, con tablets. Incluso en nuestro trabajo diario dedicamos menos tiempo real a nuestros pacientes y estamos más tiempo con el “bicho” que tenemos delante con su hermosa pantalla y su maravilloso teclado, introduciéndole infinidad de datos, que la mayoría de las veces nadie va a usar para nada.

 

 

¿No sería mejor para los pacientes y para nosotros dedicar más tiempo a mirarnos y a escucharnos, que a dejarlo plasmado todo en el “bicho”?

 

 

Entre la hiperestimulación continua con pantallas, videojuegos, actividades extraescolares, ordenadores, vacaciones, grandes viajes, etc. y el aburrimiento habrá una situación intermedia.

 

 

Tal vez la clave esté en ese término medio que nos permita disfrutar de un poco de reflexión diaria, unos minutos de silencio en cada jornada, un tiempo para nuestra gente querida. Que sepamos parar de vez en cuando, que sigamos mirando a las personas a la cara, que no nos dejemos “someter” ni embelesar por los múltiples aparatitos de nuestra sociedad de consumo.

 

 

No me parece que el aburrimiento sea un emoción deseable, pero sí que la calma y la hipoactividad tengan presencia en nuestras vidas.


 
Alfonso Garcia Viejo

GdT en Salud Basada en las Emociones de la semFYC