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#HemosLeído: La relación entre la situación socioeconómica y los cambios de comportamiento tras el diagnóstico de una enfermedad crónica. 

#HemosLeído: La relación entre la situación socioeconómica y los cambios de comportamiento tras el diagnóstico de una enfermedad crónica. 

Fecha de publicación: 11 de octubre de 2022
Danyang Wang*, Xiaochen Dai*, Shiva Raj Mishra, Carmen C W Lim, Rodrigo M Carrillo-Larco, Emmanuela Gakidou, Xiaolin Xu. “Association between socioeconomic status and health behaviour change before and after non-communicable disease diagnoses: a multicohort study”.  www.thelancet.com/public-health,  Vol 7,  August 2022. 



Sabemos que los factores de riesgo para iniciar enfermedades crónicas prevalentes se asocian fuertemente a las condiciones de vida de las personas; siendo más prevalentes dichos factores de riesgo a menor nivel socioeconómico. 



El presente estudio responde a la cuestión de si el estatus socioeconómico (“socioeconomical status” o “SES”), influye en cómo las personas reaccionan ante el diagnóstico de una enfermedad crónica. Ya que, de haber diferencias, éstas podrían ser subsanadas adecuando los programas de prevención secundaria a su población diana. 



Se trata de un estudio multicohorte cuyo objetivo principal es investigar cómo el SES influye en las mejoras del estilo de vida (ejercicio físico y tabaquismo) ante el diagnóstico de una enfermedad no transmisible. 



Para ello, se analizaron los datos de seis grandes estudios de cohortes prospectivos de 17 países, que reclutaron un total de 217.370 adultos de mediana edad y ancianos, en muestras representativas a nivel nacional. Se analizaron 8.107 pacientes a los que se les diagnosticó de: 



  • Diabetes


  • Enfermedad cardiovascular


  • EPOC


  • Cáncer




Estas cuatro enfermedades generan a nivel mundial el 50% de los años de vida vividos con discapacidad. Los seis estudios fueron de 2 años de seguimiento a partir del diagnóstico.



Se midió el SES teniendo en cuenta no sólo la riqueza sino también la educación de los pacientes, ya que estos aspectos reflejan diferentes componentes del nivel socioeconómico y se ha estudiado que no son intercambiables. Por ello se analizó teniendo en cuenta ambos componentes por separado, así como la suma de ambos.  Además, se ajustó por edad, sexo y nacionalidad. Otras variables se consideraron mediadoras en la relación SES – mejora del estilo de vida (estado civil, IMC, ingesta de alcohol, salud mental). 



Se vio que, en los cuatro años peridiagnóstico (dos años antes y dos después), el nivel socioeconómico de los pacientes marcaba diferencias en la mejora del estilo de vida: el 70.3% del estrato con bajo SES persistía en inactividad física frente al 50.3% de aquellos con alto SES. 



Respecto al tabaquismo, 75.4% con bajo SES seguían fumando, haciéndolo el 60.9% con alto SES. 



Además, los pacientes con bajo SES eran más proclives no sólo a continuar sino también a iniciar conductas de riesgo peridiagnóstico, con diferencias entre ellos: aquellos con menos nivel educativo continuaban o iniciaban en mayor medida inactividad física, mientras que el tabaquismo era más frecuente en aquellos más pobres económicamente, así como la iniciación de este hábito tras el diagnóstico. 



Todos los resultados que aquí resumimos están detallados exhaustivamente en las tablas y texto del artículo.











 



De nuevo en este estudio, consistentemente con la bibliografía, aparece el gradiente SES – salud,  describiéndose una relación dosis – respuesta entre el bajo SES y la persistencia o inicio de conductas desfavorables de salud.  



Así, el bajo SES se asoció con un riesgo más de cuatro veces mayor de iniciar inactividad física, y más del doble de continuar con éste o con el tabaquismo, siendo estos riesgos modulados por la edad y la situación geográfica. 



Se aventuró la hipótesis de que un mayor SES se asocia en general a mayores conocimientos sobre salud, más posibilidad de acceso de calidad a servicios de salud profesionales y mayor apoyo social y emocional, también ante el diagnóstico de una enfermedad crónica. 



En conclusión: dada la fuerte relación dosis-respuesta entre el SES y la mejora de conductas de riesgo ante el diagnóstico de una enfermedad no transmisible, habría que integrar también en nuestros programas de prevención, acciones destinadas a reducir las inequidades socioeconómicas, de forma prioritaria. 



A pie de consulta, este esfuerzo produciría considerables ganancias en salud precisamente en aquellos pacientes que más difícil lo tienen para conseguirlas. 



 



Conchi Sarasa Bosque



Grupo de Trabajo en Inequidades en Salud y Salud Internacional de la Sociedad Aragonesa de Medicina de Familia y Comunitaria