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“Siento oír eso”

“Siento oír eso”

Fecha de publicación: 30 de marzo de 2017

"Harris! Malcolm Harris!", le grito, caminando por la sala de espera. El pabellón de cristal está lleno de gente esperando ansiosamente a que les llamen. Hago una respiración profunda para gritar una vez más, cuando un hombre levanta la mano mientras recoge sus pertenencias. Él camina con paso medido, con una mochila de camuflaje oscura colgada sobre su hombro. Cuando llega donde yo estoy, vuelvo a recitar de un tirón la misma introducción que he repetido todos los días durante las últimas dos semanas y media: "Hola, mi nombre es Ana, y yo soy una de las estudiantes de medicina. Sólo para confirmar, ¿cuál es su fecha de nacimiento?"


Después de haber contestado correctamente lo llevo a la sala de exploración. Está limpio y presentable, lleva una camisa negra con botones y luce un gran reloj de imitación, repleto de diamantes que asoma por debajo de su manga. Me doy cuenta de su apellido bordado en la parte frontal de la mochila mientras se la coloca en la silla de al lado y se sienta. Comienzo mecánicamente a realizar su historia sobre su enfermedad actual. Le pregunto qué le trae por aquí. Sonriendo, él dice: “Acabo de cambiar de seguro de enfermedad, y me van a atender ahora aquí. Además, mi trabajadora social quería que yo le dijese que tengo que ver a alguien para "terapia conversacional".


Una pregunta, y él ya me da un motivo de consulta importante. Continuando, le pregunto por qué necesita ese tipo de terapia. Comienza diciéndome que sufre un trastorno de estrés post-traumático como consecuencia de 10 años de servicio en Irak, después revela los detalles de su fracasado matrimonio –como consecuencia de la infidelidad de su esposa- y el reciente intento de suicidio con un arma de fuego ilegal de un primo suyo muy querido para él. Habla sin ninguna duda, una muestra de que ha contado este mismo cuento de siempre en otras ocasiones.


En este punto, recuerdo las clases sobre de El médico, los pacientes y la sociedad, unas clases que pretendían enseñarnos habilidades útiles para la entrevista clínica y como ser culturalmente competentes. Mi mente se agarra desesperadamente a los DERALA: Disculpa, Empatía, Respeto, Alianza, Legitimación, Apoyo. Rápidamente elijo “Disculpa”.


Las palabras salen automáticamente de mi boca, “Siento oír eso”


Él está sentado hacia delante con las manos juntas entre las rodillas, inclinándose un poco con la cabeza hacia abajo. Mira brevemente hacia arriba y asiente con la cabeza en respuesta a mis disculpas.


De repente siento que me he quedado corta en mostrar mi empatía. ¡Cuán inadecuada debe de parecerle esta simple disculpa! El peso de su historia flota espesamente en el aire conforme intento formular los factores biopsicosociales que le llevaron a su estrés post-traumático y a la depresión.


Basándome en otro acrónimo, SIGECAPS, trato de verificar que cumple los criterios de depresión mayor. Avanzando rápidamente, le hago las típicas preguntas sobre su pasado médico, historia familiar, quirúrgica, y social. Centro mis esfuerzos en encontrar los aspectos positivos en su vida, su motivación para continuar, cualquier cosa para evitar abordar su pasado desagradable.


Cuando recuerdo este encuentro, me pregunto si fui injusta con él. En mi ingenuidad, creí que centrarme en lo positivo sería más beneficioso para él, pero tal vez podría haberle ayudado mejor a llevar una parte de su carga abrazando sus dificultades y explorándolas juntos. Si yo hubiera sido un médico más experimentado, esa disculpa ¿habría surgido como consecuencia de una comprensión más profunda? ¿Habría transmitido más sinceridad? Se me dió sólo un breve fogonazo de su vida, y espero sinceramente que el Sr. Harris recibiese la terapia conversacional y la ayuda que estaba buscando en esa primera visita. Pero en este momento, me encuentro pidiendo disculpas por mis errores.


Espero que el señor Harris lo entienda.


Los nombres y los datos identificativos de la paciente han sido cambiados para proteger la confidencialidad



Artículo publicado en en Blog docTUtor


junio 2012


Versión original en:


Hektoen International. Volume 3, Issue 3 – September 2011