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Fernando Fabiani:

Fernando Fabiani: "Decirle al paciente que se permita el derecho a estar mal, suele ser liberador"

Tiempo de lectura: 2 minutos
Fecha de publicación: 06 de noviembre de 2023

A raíz de una charla que ofrecía en diversos encuentros de profesionales de la salud, el especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Fernando Fabiani sentó las bases del que se ha convertido en un libro que pretende, principalmente, “ayudar a todas aquellas personas que sienten permanentemente que tienen que cuidar de su salud, lo que las lleva a disfrutar menos de la vida y a tener síntomas de hipervigilancia”.



Bajo el título La salud enferma: cómo sobrevivir a una sociedad que no te permite sentirte sano, esta obra puede ser una herramienta realmente útil para todos aquellos médicos y todas aquellas médicas de familia que deseen profundizar en el ámbito de la comunicación y la salud, así como para todas aquellas personas que estén interesadas en mejorar su bienestar y calidad de vida.



En esta entrevista, charlamos con Fabiani sobre este libro recién publicado por la editorial Aguilar. Además, recuperamos fragmentos en vídeo de su conferencia en el último Congreso de la semFYC en Donostia, llamada “Cartas de navegación (IV): Hacer o no hacer, he ahí el dilema”.



Uno de los primeros temas que abordas en tu libro es la llamada ‘cibercondria’ y las búsquedas en internet relacionadas con la salud. En consulta, ¿te encuentras habitualmente con pacientes preocupados por la información sobre salud que hay disponible en la red?



Es frecuente que las personas lleguen a la consulta informadas y en el fondo hay que entender que es normal que realicen consultas sobre salud. Esto es algo que nunca puede ser malo como concepto. Otra cosa es que la forma de informarse sea la más adecuada. Por eso creo que lo primero que hay que hacer es desterrar este mensaje de “no mire usted nada en Internet”. Yo valoro hasta positivamente sus preocupaciones, el querer saber de tu salud.



Muchos pacientes llegan a la consulta casi pidiendo perdón por buscar información en Internet y en redes sociales.  Son conscientes de que eso que han hecho no les ha tranquilizado y algunos que lo verbalizan directamente.



Normalmente lo que hago es decirles que no está mal querer informarse y luego les comento: “Qué es lo que te preocupa?, ¿qué has encontrado? Vamos a desmontar mitos”.




Las personas que más buscan información en Internet y en redes sociales son las que suelen estar especialmente preocupadas por su salud o que tienen una enfermedad crónica. En este sentido, intento ofrecerles alguna fuente fiable donde puedan encontrar más información acerca lo que les preocupa cuando no les entrego yo directamente el recurso, o bien impreso o bien en una dirección de electrónica.




También incides en la sabiduría materna a la hora de afrontar determinados síntomas o enfermedades. En relación con esto, ¿consideras que los hombres son más aprensivos que las mujeres?



En general, encontramos dos extremos: aquellos que prácticamente no le prestan atención a su salud y otros que están muy preocupados por el mínimo síntoma. Esta es una valoración bastante genérica, pero la hago a raíz de mi experiencia en consulta.



También es cierto que hay muchas personas, hombres y mujeres, que sufren esa hipervigilancia, esa excesiva observación de sus síntomas, que a veces no son síntomas, sino pequeñas molestias del día a día, cotidianas, que no tienen detrás ninguna enfermedad. Y al prestar una excesiva atención a esos malestares, se ve limitada nuestra percepción de salud.



Haces mucho énfasis en la medicalización que se está dando de lo que son problemas de la vida cotidiana, sobre todo cuando nos referimos a salud mental y bienestar emocional. ¿Cómo pueden actuar los médicos y las médicas de familia para que los pacientes estén prevenidos y evitemos medicalizar situaciones como pueden ser la pérdida de un ser querido o una ruptura de pareja?



Creo que es clave quitarle a la persona la mochila de la culpabilidad. El problema actual en estas situaciones es que las personas se sienten mal, pero la sociedad les dice que se deberían sentir bien, o sea, casi que les señala con el dedo.



Más allá de la pedagogía que tengamos que hacer, por ejemplo, de explicar que sentirse triste cuando se experimenta un duelo es normal, hay que quitar ese peso que la sociedad echa de que todo depende de uno mismo y de que “si quieres, puedes”, porque muchas veces yo en la consulta veo que esa culpa pesa muchísimo. Por eso, los especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria solemos decirles a los pacientes: “Permítete el derecho a estar mal”. Esto suele ser liberador. Además, les pregunto: “Cómo estás?, ¿cómo te encuentras?”.



Sobre las estrategias de marketing de algunas industrias alimentarias, señalas que desde la Atención Primaria es muy importante el fomento del consumo de alimentos de proximidad y de realizar la compra de comida en comercios de origen local o en el mercado.



En la actualidad nos encontramos con que la población está bastante informada sobre lo que es saludable y lo que no en términos de alimentación, pero sí que opino que tenemos que hacer el trabajo en consulta de advertirles sobre ciertos etiquetados o envasados, por ejemplo, que no son nada más que un reclamo de salud que encontramos en los supermercados y que habitualmente son solo estrategias de estas industrias.



En esta línea, abordas, asimismo, algunas estrategias de las industrias farmacéuticas y ahondas en el hecho de que, en la mayoría de los casos, es innecesario consumir complementos dietéticos o seguir tratamientos homeopáticos, por ejemplo. ¿Crees que para evitar el consumo de estos productos es importante tener un profesional farmacéutico de confianza?



Es esencial reivindicar el perfil del farmacéutico comunitario y de confianza, que yo creo que son muchos de estos profesionales. Y no nos engañemos, en la farmacia cada día se resuelven dudas de salud permanentemente. Por ejemplo, en las farmacias del ámbito rural esto es espectacular. Creo que nunca podremos agradecer lo suficiente la labor del farmacéutico rural en estas zonas. El problema está en esas farmacias donde priman las estrategias de venta y la visión comercial. Para algunas, el equilibrio entre la labor comunitaria y la comercial es más difícil.



Por otro lado, sobre este tema, la presidenta de la semFYC, Remedios Martín, hace unos días, remarcaba “el papel de los farmacéuticos comunitarios, entendidos como agentes comunitarios activos, es imprescindible en una sociedad que envejece, con un importante aumento de la multimorbilidad y la polifarmacia. Al mismo tiempo, es esencial el papel que pueden desempeñar para desmedicalizar la vida diaria, aportando valor en su acción para el uso racional de los medicamentos”.




Remedios Martín añade que “es tiempo de abrir canales de comunicación con los profesionales sanitarios de Atención Primaria y apostar por modelos de integración en la comunidad que den respuesta a las necesidades de los pacientes, de la ciudadanía y con la mirada siempre puesta en la seguridad del paciente.”




En el libro haces referencia a ciertos temas que pueden resultar tabúes para los profesionales de la salud. Por ejemplo, cuando hablas del insomnio, recomiendas alcanzar el orgasmo para favorecer un buen sueño. ¿Opinas que es importante romper barreras y tratar temas como este en las consultas de Atención Primaria?



Creo que, si conocemos al paciente desde hace mucho tiempo, hay confianza y la relación es fluida, podemos realizar recomendaciones como esta. Siempre hay que valorar la situación y el perfil de la persona atendida, claro. Esto es también una parte fundamental de la longitudinalidad que aporta tener un médico o una médica de familia.



Haces mucho hincapié en los problemas de salud mental y el bienestar emocional de la población. ¿Qué consejos darías a los médicos y a las médicas de familia para abordar estos problemas en consulta?



En la carrera no nos forman para algo tan cotidiano como para qué hacer cuando un paciente llora en consulta. Y los médicos de familia somos conscientes de que eso es una parte importantísima de nuestra labor. ¿Consejos concretos? Ojalá tuviera yo fórmulas mágicas. Yo dudo cada vez de si lo haré bien, si no lo haré bien… Tenemos incluso este síndrome del impostor de estoy haciendo de psicólogo, pero no lo soy. Estamos permanentemente en esta situación, pero quizás si hay algo que pueda ayudar a ponerlo encima de la mesa, sin duda creo que esto es una cosa que hacemos la mayoría de los médicos y médicas de familia, que es esta pregunta abierta: “¿Cómo estás? ¿Qué te pasa?”. Entonces, el ritmo de la consulta cambia.



A veces nos sentimos impotentes porque la persona viene con sus síntomas, llamémoslos de salud mental, pero cuando rascamos, sabemos que el problema es la situación laboral, la situación económica, la situación en casa, la enfermedad de su madre, a la que no puede atender. Y tú sabes que la solución real a lo que le ocurre no tiene un arreglo inmediato. Que podamos conseguir haciendo pedagogía, escuchando al paciente que muchas veces esa escucha ya es para ellos liberadora.



Debemos medicalizar solo cuando sea imprescindible.