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¿De quién depende tu felicidad?

¿De quién depende tu felicidad?

Fecha de publicación: 27 de marzo de 2018

La felicidad es sobre todo una emoción, y va aparejada a una sensación interna o subjetiva de satisfacción, de alegría, de meta conseguida. Es un bienestar subjetivo, autopercibido, que influye en las actitudes y el comportamiento de las personas. Podríamos definirla también como un estado de ánimo positivo, o como dicen algunos, la felicidad es la ausencia de miedos, o una vivencia de control aceptable de los miedos.


La felicidad es una armonía con el medio, y puede considerarse una actitud, una decisión ante la vida, ya que existen personas felices en muy distintas situaciones de enfermedad, de estado social, de situación política o financiera, y podría resumirse en la frase “el paraíso no es un lugar es una decisión”.


Pero nuestra felicidad depende en buena parte de factores genéticos, factores sobre los que no podemos actuar, lo que se llama temperamento, que es la parte de nuestra personalidad o forma de ser que nos viene condicionada genéticamente. Y en este sentido tiene parte de verdad, la frase “el que nace lechón muere cochino”.


La buena noticia puede ser que una parte de nuestra felicidad sí depende de nosotros, de la otra parte de nuestra personalidad que es el carácter, y este si puede ser influenciado por factores ambientales, por comportamientos, por esfuerzo, por inteligencia, etc.


Seligman, uno de los padres de la psicología positiva, habla de factores facilitadores de la felicidad, que otros llaman protectores, y a eso voy a dedicar las siguientes líneas.


Son más felices los que tienen más relaciones sociales y son más abiertos. Las relaciones personales, las conexiones afectivas, son uno de los factores más influyentes en la felicidad de las personas. Tener una buena red social, que tampoco tiene que ser superextensa, nos ayudará.


Unas 12 personas más cercanas que podrían acercarse al concepto de amigos, y unos 120 “conocidos” puede ser una buena cifra.


En el mismo sentido se puede decir que el aislamiento es uno de los síntomas claros de infelicidad. Y así cuando en un grupo humano, familiar, de trabajo, etc, alguien se aísla, tendremos que pensar que está iniciando probablemente un cuadro prepatológico. Dicho en mi lengua vernácula, se “está poniendo malín”, y alguien tendría que actuar, además del propio interesado.


El dinero en contra de lo que pudiera pensarse, una vez superado un cierto nivel de subsistencia, no es un factor fundamental. Es decir, que con un nivel mínimo, deja de ser algo fundamental.


Desear menos es otro condicionante de peso en nuestra felicidad. Las personas con muchas expectativas sufren más y son menos felices. En este sentido , la sociedad opulenta en la que vivimos nos resulta perjudicial , puesto que tenemos que tomar tantas pequeñas decisiones y elecciones al cabo del día, que nos generan una gran insatisfacción, haciendo esta emoción crónica y negativa, para nuestros intereses emocionales. Decidir sobre múltiples opciones de tarifas telefónicas, comidas en un restaurante, ropa, calzado, detalles para casa, regalos para amistades y tener tanto entre qué elegir y modo de comprarlo , nos convierte en insatisfechos crónicos. He aquí como algo positivo como es libertad para elegir, se puede convertir en algo poco recomendable a partir de un punto. No hay que olvidar que paradójicamente, elegir es sobre todo renunciar. Cuando elijo algo, renuncio al resto, y si existe posibilidad de arrepentimiento, el sufrimiento es mayor.


Aunque no es exactamente lo mismo desear menos sería el equivalente de alguna manera a simplificar nuestra vida, abarrotada muchas veces de accesorios y tonterías, que nos apartan de disfrutar de nuestros seres queridos, y de lo que realmente nos gusta.


La gratitud es otro protector. Ser agradecido y consciente de lo que tenemos, valorando nuestra realidad, es un condicionante de primera línea. Gracias es una palabra con gran potencia emocional, y muchas gracias más todavía, sobre todo si se dice mirando a la cara. Aunque ya fue comentado en otro artículo, habría que insistir en la importancia de hacer ejercicios de gratitud con nuestras personas más cercanas : familiares, amigos, compañeros de trabajo. La gratitud es una de las emociones más duraderas tanto en el que agradece, como en el agradecido.


Otro factor protector de nuestra felicidad es tener cierto control sobre nuestra vida, tener la sensación de que nuestra vida depende de nosotros, que controlamos al menos parcialmente nuestro elemento.


Parece imponerse cada vez más la gran mentira de que nuestra capacidad para modificar nuestro entorno, o modular nuestra vida , es cada vez menor, . Y que todo depende de agentes externos, de las grandes fuerzas mundiales, de Trump, de Putin, de Rajoy, del gerente,... La frase que hizo famoso al publicista lugarteniente de Hitler, Goebbels, “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, o el reciente concepto de “postverdad” nos confunden de manera peligrosa. Y la verdad es que nuestra vida depende sobre todo de nosotros. Si nuestro metro cuadrado más cercano lo llevamos bien , nosotros iremos bien vayamos donde vayamos. Ocupémonos pues de nuestro metro cuadrado que es donde nos la jugamos.


El último aspecto que quería comentar es el pensamiento. Somos lo que pensamos, y pensamos en forma de palabras, lenguaje interno, y de imágenes. Nuestro pensamiento es contínuo y permanente. Por eso es tan importante pensar bien , en positivo. Piensa bien y serás feliz. Piensa mal y sufrirás.


Merece la pena invertir en felicidad creo yo. Dedicar tiempo a lo que nos interesa de verdad. Vivimos muchas veces en un estado de distracción crónica, que nos dificulta mirar para adentro, y centrarnos en nosotros mismos. Dedicar unos minutos cada día a pensar cómo queremos ser y cuales son nuestros objetivos en la vida nos pueden ayudar.


 

 



 

Alfonso Garcia Viejo
Médico de familia
Grupo de Trabajo de la semFYC en Salud Basada en las Emociones