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Formación Humanística: Tutor/Residente VS Maestro/Aprendiz, un artículo de José María Vergeles-Blanca y Francisco Buitrago

Formación Humanística: Tutor/Residente VS Maestro/Aprendiz, un artículo de José María Vergeles-Blanca y Francisco Buitrago

Fecha de publicación: 13 de marzo de 2016

Compartimos un artículo de Dimensión Humana en que se analiza la relación entre el Tutor y el Residente como una relación de Maestro y Aprendiz: "(...)es imprescindible tener una formación humanística, para tener o poseer un saber amplio y profundo de la materia que se desea dominar. Esta formación debe comenzar en las universidades, con la introducción de asignaturas relacionadas con este tema"



La formación humanística del médico de familia hoy por hoy, carece de un programa específico. Cuando falta un programa de formación en algún área y hay un interés importante en formarse, tanto por parte del docente como del discente, toma mucha relevancia lo que se denomina la formación no formal. Es la formación que se lleva a cabo por la transmisión de los conocimientos a través de técnicas educativas que no están reconocidas como tales, como son el ejemplo, el consejo, etc…


Laín Entralgo dice que es imprescindible tener una formación humanística, para tener o poseer un saber amplio y profundo de la materia que se desea dominar. Esta formación debe comenzar en las universidades, con la introducción de asignaturas relacionadas con este tema.

Sin embargo, será bueno que definamos previamente el concepto de humanismo. La mayoría de los autores señalan que existen tres tipos de humanismo médico representativo. Así, el humanismo de Letamendi (1828-1897) es la defensa de la realidad humana frente al positivismo de las ciencias experimentales durante su época. El humanismo tipo Marañón (1887-1960) que practicó la medicina de forma académica, pero también cultivó inquietudes culturales (literatura, historia y moral). El tercer tipo de humanismo médico es el de Laín Entralgo (1908) que lo define como la actitud, el saber y la obra del sanador que trata de practicar y entender la Medicina refiriendo su actividad tanto a las ciencias que aprendió como pregraduado, como al conjunto de lo que se denomina humanidades médicas (psicología, sociología, bioética, historia de la medicina, antropología médica y antropología cultural médica).

Algunos autores incluyen también la pedagogía clínica dentro de estas humanidades (1,2).

Esta inclusión de la pedagogía clínica entre las humanidades médicas es lo que sirve de fundamento a las reflexiones que expresamos a continuación. La educación en cualquiera de sus niveles es una influencia de la actividad educadora del profesor sobre el alumno. Este hecho se hace más patente en la enseñanza de posgrado, donde la mayoría de la enseñanza que se transmite del docente al discente se realiza en forma de ejemplo en el trabajo cotidiano, retroalimentación y consejo, que es lo que se lleva a cabo durante un periodo de tiempo importante. Es por tanta, una relación más de maestro que de profesor.

Es importante entonces señalar la importancia de que la formación humanística de Medicina de Familia se canalice por esta vía de formación. Es decir, habría en los dos tipos de relaciones una denominada acción pedagógica donde el tutor y el residente mantendrían una relación asimétrica, y otra que es la relación pedagógica donde el tutor y el residente mantendrían una relación de igualdad con interacciones afectivas que modula la forma de ver al otro, de valorarlo y de aprehenderlo.

En este tipo de relación hay dos cuestiones importantes que son las que le dan la dimensión humana, a saber, los valores personales ejemplares como médico de familia del tutor y ese estilo de vida denominado bioética. El segundo no es objeto de nuestras reflexiones. Sin embargo, en relación a los valores personales, hay que decir que se benefician todas las partes. Se beneficia el tutor que es quien posee estos valores puesto que valores como la honestidad y la benevolencia se han relacionado con un aumento en la satisfacción profesional, al contrario que ocurre con el afán de poder. Se beneficia el residente ya que aprenderá a impregnar su práctica médica de estos valores.

Además de beneficiarse las dos partes de esta relación, el paciente que acude a la consulta recibe un trato más humano, al provenir de una relación de igualdad entre los dos médicos que le están atendiendo e impregnado de valores humanos.

Esta es una parte importante de la formación humanística del médico de familia que debe ser objeto de estudio, ya que puede ser el punto de partida para mejorar la formación en el humanismo.

Bibliografía

1. Laín Entralgo O. Ciencia y humanismo
En: García- Sabell D, Laín Entralgo P, Figuera D, Pinillos JL, Gracia D, Martín-Municio A y cols. Horizonte científico de España: logros, carencias, perspectivas. 1ª Ed. Barcelona: Círculo de Lectores, 1989, 34-43.

2. Ortega Calvo M. La pedagogía clínica como una nueva rama del humanismo médico: aspectos de la no directividad. Med Clin (Barc) 1993; 100: 107-109.

3. Coles C. Developing medical education. Postgrad Med J 1993; 69: 57-63.

4. Clair Eliason B, Schubot DB. Personal values of exemplary family phisicians: implication for professional satisfaction in family medicine. I Fam Pract 1995; 41: 251-256.

Jose María Vergeles-Blanca y Francisco Buitrago