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"La fantasía de la reducción de daños para retener a quien fuma", por Rodrigo Córdoba

Fecha de publicación: 04 September 2019
La jornada "Reducción de daños en tabaco: mentiras, verdades y estrategias" organizada por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), el Institut Català d'Oncologia (ICO) y el European Network for Smoking and Tobacco Prevention (ENSP), contó con la intervención de Rodrigo Córdoba García (+TW), médico de Familia y miembro del PAPPS de la semFYC que ofreció una intervención titulada "LA FANTASÍA DE LA REDUCCIÓN DE DAÑO PARA RETENER A LOS FUMADORES" que reproducimos a continuación:

 
Sabemos hace tiempo lo que piensa la industria de la Nicotina después del análisis de 7 millones de documentos secretos desclasificados por orden judicial desde los juicios a la Industria en EEUU:

“La nicotina es adictiva, estamos entonces, en el negocio de vender nicotina, una droga adictiva” (Científico de alto rango de Compañía Tabaquera, 1972), “el cigarrillo no debe interpretarse como un producto sino como un sistema. El producto es la nicotina. Piense en la inhalación de humo como el vehículo de la nicotina (Addison Yeaman, Brown & Williamson, 1963).  Esto indica claramente que la industria tiene la voluntad de seguir cosechando adictos a la nicotina por cualquier vía con tal de mantener su negocio, construido sobre las ruinas de la salud de sus clientes,  los fumadores.

Los e-cigs son el Nuevo Producto Milagro. Lo que quiere transmitir la Industria a sus clientes fumadores:

“Es que dejar de fumar es muy difícil” y “Si le preocupa su salud tenemos un producto un 95% de menos riesgo que le permiten seguir disfrutando de nuestros productos”

Sin embargo, en España hay 9.729.300 exfumadores (en el 85% dejaron de fumar por sí mismo sin soporte profesional). Por otra parte, la reducción del daño no es más que la opinión de un puñado de autoproclamados “expertos” con escasa evidencia científica pero convenientemente reiterada y aireada. El riesgo cancerígeno o lo efectos respiratorias a largo plazo no se conocerán en décadas. Por lo tanto, debería imperar el principio de precaución.

La industria del tabaco apuesta por los e-cigs y utilizan las mismas tácticas que usaron con el cigarrillo:  publicidad y patrocinio en jóvenes por todo tipo de métodos, oposición a las regulaciones y manipulación científica. Una prueba evidente en que ya no se puede diferenciar industria del tabaco de industria de los e-cigs es la adquisición  por 13.000 millones de dólares de una de las marcas con mayor proyección, JUUL por parte de Philip Morris. La industria siempre ha buscado socios para apoyar sus estrategias de marketing. Y sigue buscando complicidades con productores agrícolas, minoristas, políticos, actores, comunicadores, escritores, políticos, científicos y también médicos. La Industria diseñó una estrategia para debilitar la Comunidad de Control del Tabaco explotando las diferentes opiniones, generando división e intentando debilitarlo trabajando conjuntamente con un sector del mismo. A base de inyectar ingentes recursos ha conseguido que un sector minoritario sin peso científico relevante en el control del tabaco, apoye su estrategia de reducción de daños. Los cuatro documentos clave para que dan un barniz pseudocientífico a la estrategia de la industria están trufados de conflictos de intereses individuales o corporativos. Las complejas relaciones entre profesionales, instituciones y organizaciones comerciales ligadas a la industria confirman las peores sospechas. Cualquier producto puede ayudar a algunos individuos a dejar de fumar. La cuestión clave es que ocurre en el conjunto de la sociedad, en el conjunto de la población fumadora. No siempre coincide el beneficio individual con el beneficio poblacional.

El trabajo original  que apoya la idea de reducción de daños y que propuso un 95% menos de riesgo en los e-cigs fue financiado por la industria tabaquera y participaron varios autores con serios conflictos de interés. Este “mantra” fue reproducido por Public Health England cuyo prestigio influyó en un sector de los profesionales británicos. Pero el informe fue desacreditado por diversas organizaciones como la Faculty of Public Health del Reino Unido, el Centers for Disease Control (CDC) y la American Lung Association de EEUU, la Organización Mundial de la Salud y la  Comisión Europea.

Frente a las voces que presentan los e-cigs como una puerta de salida del tabaquismo y una estrategia de reducción de riesgos, sin presenta evidencias, muchos profesionales e instituciones pensamos que hay más evidencia de que el e-cig es una puerta de entrada al tabaquismo y una forma de retener a los fumadores en la adicción a los productos del tabaco. Los usuarios de e-cigs tienen menos probabilidades de dejar de fumar que los que no usan. Por otra parte, aunque algún estudio le otorga un efecto favorable a la cesación, el 83% de los estudios concluyen que no ayudan a dejar de fumar. Contrariamente a lo que a veces se oye, la experiencia del Reino Unido no ha revelado un impacto en la prevalencia del tabaquismo que actualmente se sitúa en el 15%. Por otra parte, la tendencia en jóvenes es a un incremento del consumo de productos de tabaco a expensas principalmente de los e-cigs. En EEUU y otros países uno de cada 5 estudiantes de Instituto, ha consumido e-cigs regularmente. Se ha producido un repunte del consumo de los productos de tabaco a expensas de los e-cigs. En España la experimentación con e-cigs oscila entre el 12,8% a los 14 años y el 26,8% a los 18 años con mayor frecuencia en varones que en mujeres. Los menores que usan e-cigs tiene 6,3 veces más probabilidades de ser fumadores. El solo hecho de que entre el 60 y el 90% de los consumidores sigan usando cigarrillos convencionales echa por tierra la idea de reducción de daños puesto que en la mayoría de estos casos el riesgo lejos de disminuir se incrementa y se reducen las posibilidades de cesación por el mayor consumo de nicotina.

Una de las dudas más comunes es saber en qué medida el vapor de los e-cigs perjudica al no consumidor en espacios cerrados. Las partículas ultrafinas se producen tanto con los cigarrillos convencionales como con los e-cigs. Estas partículas aumentan el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Una experiencia en un local norteamericano de 4023 m³ reveló que antes de iniciar un acto social la contaminación era de 2-3 µg/m³ pero con la presencia de 86 individuos vapeando la contaminación interior alcanzó niveles entre 311 y  817 µg/m³ , es decir, una cifra 33 veces superior a la cifra media que recomienda la OMS para un periodo de 24 horas y la UE de media anual (25 µg/m³ ). Pero siendo esto grave, no es lo peor. El efecto que puede tener una regulación permisiva con los e-cigs en espacios cerrados puede ser demoledor para las políticas de espacios sin humo que han contribuido extraordinariamente a la des normalización del consumo de productos de tabaco.

 

Rodrigo Córdoba García

Médico de Familia y miembro del PAPPS de la semFYC

Profesor de la Facultad de Medicina de Zaragoza y expresidente del CNPT

 




Para investigar sobre las manipulaciones de la industria tabaquera:

https://www.bloomberg.org/program/public-health/stoptobacco/#overview

https://www.tobaccotactics.org/index.php?title=Main_Page

https://www.industrydocuments.ucsf.edu/tobacco/