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Los médicos de familia relacionan el riesgo de cáncer, hipertensión o ictus con cualquier consumo de alcohol, frente a la idea “no demostrada” de que una copa de vino es beneficiosa

Los médicos de familia relacionan el riesgo de cáncer, hipertensión o ictus con cualquier consumo de alcohol, frente a la idea “no demostrada” de que una copa de vino es beneficiosa

Fecha de publicación: 14 de mayo de 2019

Julio Basulto, dietista-nutricionista, profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar de la Universidad de Vic, califica de bulos las afirmaciones sobre los beneficios de las bebidas alcohólicas, tanto fermentadas como destiladas, en el transcurso de su ponencia “¿Es sana esa «copita de vino» diaria?”, impartida en el Congreso de la semFYC que se celebra hasta mañana sábado, en Málaga.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen 3,3 millones de muertes relacionadas directamente con el consumo de alcohol, lo que demuestra que se trata de una de las principales causas de mortalidad prevenible, a la que se suman agresiones, suicidios, lesiones y accidentes. NO HAY DOSIS SEGURAS.

“Hay estudios que sugieren pero no demuestran que podría ser beneficioso para ciertos aspectos de la enfermedad cardiovascular. Estos supuestos beneficios no están demostrados en estudios bien diseñados”, afirma Basulto.

Durante la celebración del 39ºCongreso de la semFYC en Málaga, los médicos de familia se han vuelto a posicionar en contra de los hipotéticos beneficios de un consumo de menos a 30grs/día de alcohol. “No hay razones para recomendar como beneficioso para la salud del conjunto de la población el consumo de bebidas alcohólicas de cualquier graduación”. En su ponencia, Julio Basulto, dietista-nutricionista, profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar de la Universidad de Vic, ha calificado de bulos las afirmaciones sobre las bondades del consumo de alcohol.

“En las redes sociales y los medios de comunicación se pueden encontrar patrañas como que el whisky es bueno para ser un buen amante. Pero también sobre que una copa de vino es buena para la salud cardiovascular. Hay estudios que sugieren —que no demuestran— que podría ser beneficioso para ciertos aspectos de la enfermedad cardiovascular. Pero no está demostrado en estudios bien diseñados”. En efecto, un buen número de artículos han sugerido que consumir pequeñas cantidades de alcohol puede tener cierto beneficio en la cardiopatía isquémica en algunos grupos de personas. Sin embargo estos datos deben cuestionarse puesto que se han observado diversos problemas metodológicos en los estudios sobre “consumo moderado”.

 

Ética deontológica: desechar la idea de consumo moderado

Por otro lado, para los médicos de familia y comunitarios, el consumo de alcohol aumenta inequívocamente el riesgo de enfermedad hipertensiva, ictus hemorrágico y fibrilación auricular. De hecho, un reciente estudio publicado el pasado mes de marzo en la revista BMC PublicHealth concluye que una mujer no fumadora, que bebe una botella de vino a la semana aumenta su riesgo de padecer cáncer —esencialmente de mama— tanto como si fumara 10 cigarrillos en ese mismo periodo de tiempo”; se trata de un dato complementado por otro estudio que apunta que “1 de cada 5 cánceres de mama son causados por el alcohol”.Tanto es así que Basulto considera que “la ética deontológica en el campo de los sanitarios debería desechar la idea del consumo moderado de alcohol, ya que debe prevalecer el principio de precaución”.

Basulto señala que la idea de la copita de vio se ha venido asociando “a la buena salud cardiovascular por supuestos beneficios no demostrados concluyentemente, que no incluyen el potencial carcinogénico del alcohol”. Sobre esta relación, el American InstituteforCancerResearch subraya: “Todos los tipos de alcohol tienen un impacto similar en el riesgo de cáncer por lo que la recomendación cubre todos los tipos de bebidas alcohólicas, ya sean cervezas, vinos, licores o cualquier otra bebida, así como otras fuentes de alcohol. Incluso pequeñas cantidades de bebidas alcohólicas pueden aumentar el riesgo de varios tipos de cáncer. No hay un umbral de consumo de alcohol por debajo del cual el riesgo de cáncer no aumenta, al menos para algunos tipos de cáncer”.

Un estudio publicado en BMC PublicHealth señaló en 2016 que el consumo de tres bebidas alcohólicas al día aumentaban en un 20% la probabilidad de cáncer intestinal; y que el consumo de dos o más bebidas alcohólicas al día pueden aumentar el riesgo del cáncer de boca y garganta, en más del 50%.

Además, Basulto también señala que la idea de que el alcohol tiene un componente cardiosaludable se ha puesto en cuestión por el hecho de que “está plagada de factores de confusión, sesgos de selección y una ausencia cada vez más grande de mecanismos biológicos que la sustenten”.

 

Consumo entre adolescentes

La percepción de riesgos vinculados al consumo de alcohol entre la población es reducido, de hecho, “nueve de cada diez personas no asocia el consumo de vino tinto con el riesgo de padecer cáncer”, señala Basulto, quien puntualiza que “en realidad, la proporción es casi inversa en lo que a beneficios se refiere dado que el componente de beneficio cardiosaludable es una décima parte de lo perjudicial que puede llegar a ser”.

De entre toda la población, hay que tener especial cuidado en lo que se refiere a niños y adolescentes, población especialmente vulnerable, ya que el cerebro no ha madurado y hay mayor susceptibilidad a serios problemas de salud presentes y futuros en caso de consumo de alcohol, que siempre va a suponer un riesgo para la salud.

Según defiende el grupo de Educación sanitaria y Promoción de la Salud del PAPPS (Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de la semFYC Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria), “no existe un nivel de consumo aceptable en estas edades. En cualquier caso, el consumo por parte de adolescentes es una realidad. Por tanto, debemos conocer los riesgos que supone y realizar un esfuerzo educativo que prime la abstinencia y de prevención de la oferta a través del marco legal (18 años como edad legal para comprar y consumir)”.

Este Grupo señala cómo el alcohol provoca también un trastorno en algunas zonas del cerebro esenciales para el autocontrol, la motivación y la fijación de metas y puede agravar vulnerabilidades genéticas y psicológicas ya existentes. El suicidio es la segunda o tercera causa de muerte en los jóvenes de 15 a 34 años; “la disponibilidad de alcohol tiene un papel determinante en los intentos de suicidios y suicidios consumados”, afirman desde el PAPPS.

Es conveniente tener en cuenta el concepto de “bebedor pasivo” o involuntario, que hace referencia al daño que pueden sufrir personas por el consumo de alcohol de otros. El consumo de alcohol tiene efectos más allá de la persona que bebe. El daño a terceros es una faceta importante de su impacto e incluye muertes y lesiones por accidentes de tráfico; víctimas de violencia doméstica y de otras formas de violencia. También incluye los daños que puede causar el alcohol al feto si se consumen bebidas alcohólicas durante el embarazo. La exposición prenatal al alcohol interfiere en el desarrollo fetal, siendo la principal causa prevenible de defectos congénitos y trastornos del desarrollo.

 

¿Qué medidas tomar?

El Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud y el nutricionista Julio Basulto coinciden en su posicionamiento. Para ambos, el problema viene de la falsa idea de que una ‘copita de vino’ o una cerveza es buena para la salud. En este sentido, el posicionamiento del Programa de la semFYC se fundamenta en el hecho de que “el alcohol es el tercer factor de riesgo más importante de muerte prematura y enfermedad, después del tabaquismo y la hipertensión arterial”. Lo dice la OMS en el Informe de Estado Global sobre Alcohol y Salud 2018 según el cual más de 3 millones de personas murieron como resultado del uso nocivo del alcohol en 2016.

Las médicas y médicos de familia que forman parte de este programa recomiendan el consumo de uva o cereales integrales como sustitutivo del vino para conseguir los beneficios de flavonoides y antioxidantes asociados a esa bebida alcohólica.

Por su parte, dietista nutricionista aboga por legislar y cumplir las normas existentes. Además de incluir advertencias sanitarias en las etiquetas de las bebidas alcohólicas que deberían llevar la composición de las mismas. En su ponencia, Basulto rescata estas palabras del abogado Francisco José Ojuelos: “el alcohol es el único producto que se puede ingerir sin que esté obligado a mostrar su composición en la etiqueta, como sucede con cualquier tipo de alimento, ya sean galletas o aceite”.

El aumento de precio, la dificultad de su disponibilidad y la desaparición real de la publicidad reduciría los daños ocasionados por el alcohol, según estudios científicos señalados por Julio Basulto. Entre los daños que produce el consumo de alcohol, el nutricionista destaca el aumento de las enfermedades cardiovasculares y digestivas, las muertes provocadas por enfermedades infecciosas, las muertes prematuras, los accidentes de tráfico y los comportamientos violentos tanto hacia otros como hacia uno mismo.

Por último, educar a la ciudadanía que a menudo se cree lo que le gusta. “La población debería ser más escéptica ante cualquier mensaje que suene demasiado bonito, máxime cuando se refriere a una sustancia peligrosa como el alcohol.” Por último, desde la semFYC se aconseja a los sanitarios dar ejemplo, como referentes para la sociedad que son.

 



 

 

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@JulioBasulto_DN